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MEDALLA DE PLATA DEL PRIMER CONCURSO DE RELATOS "LAS CENIZAS DE WELLES": ADRIÁN LARA.




POESÍA GANADORA: DESPEDIDA La marcha, estimado mundo, es un imposible retorno al designio de la costumbre;] una fiesta de vanidades que terminan en tragedia;] un árbol de hojas invisibles que anida el rechazo de caer al vacío. ¿Somos malabares de un ciego taciturno o quizá la penumbra de un combate de bengalas?] Dime tú, amigo viajero, que a tu paso gimes como las gaviotas en alto vuelo. Levantas una mano –de palma vacía– y rindes culto a innumerables elegías Cómo es tu casa? ¿Cómo es la mía? ¿De dónde surge el río que recorren los peñascos de mi rostro? ¿Cuándo se llega al podio en el que todos nacemos vivos? No hay mirada furtiva ni resbalón de intimidades; una simple caricia esquiva con dulces recuerdos, novedades. Hay manos que se calientan con el fulgor de la tarde. Hay pies que desperezan con la agonía del camino . ¿Será acaso mi destino fruto inerme de sufrir aislado? RESEÑA: “DESPEDIDA” DE ADRIÁN LARA: EVOCACIONES DESPUÉS DE SU LECTURA. “Despedida” es una poesía perfecta en su ejecución, impecable en su forma, en el uso de su lenguaje y en la sofisticación de sus recursos, pero dura, amarga, como un grito que se queda callado en la boca del estómago y que se plasma en una hoja de papel, como un auxilio en palabras. Y eso la convierte en una rosa que se despliega ante nosotros y que lo hace, a veces con bravura y otras, sin embargo, como una caricia, La rosa, quizás marchita, quizás aún joven, se hace las eternas preguntas de siempre, las que nadie contesta a pesar de la lágrima que la desnuda, cayendo por su tallo y abrazando, finalmente, la tierra baldía. Sí, porque “Despedida” es una canción desesperada a la que le faltan los 20 poemas de amor, un suspiro que clama en medio de un desierto que a veces está lleno de gente. Y así lo siento ahora, y así lo sentí en el momento en el que le otorgué un premio que es tan merecido como el desgarro de Adrián Lara, su inteligente y reflexivo autor. Porque a veces no se puede escribir sin estar triste, aunque esa tristeza sea un bálsamo para el alma (y que conste que es lo que me evoca a mí y que no tiene por qué tener nada que ver con la realidad, pero es lo que tiene la pluma, que su sentido cambia de persona a persona, de perspectiva a perspectiva) Y es entonces cuando me pregunto ¿“Despedida” puede ser, quizás, un ramillete de preguntas sin respuestas que sirva de prólogo a la soledad? ¿Por qué no se acercan a esta delicia, a este cancionero moderno con vocación clasicista, a este lugar común, a este espejo para mirarse y al mismo tiempo encontrarse a uno mismo? Gracias Adrián por tantas interrogantes, por un ejercicio tan bien ejecutado, por un mapa del tesoro que jamás tendrá respuestas. Gracias por hablar de la creación y del creador, de la inspiración y del sueño eterno. Gracias por regalarnos un trozo de cielo en una tierra cada vez más gris y deshumanizada. Simplemente maravillosa.



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