Tarde por la noche, aproximadamente son las 2 a.m. el viento sopla tan fuerte que mueve las ramas del árbol del jardín y genera un sonido abrupto al chocar entre sí cada una de sus ramas. Dentro de la casa se escucha el tictac del reloj, una niña vestida con pijama de ositos se encuentra afuera de la entrada de una habitación que tiene la puerta cerrada, toca la puerta de manera insistente, pero quién responde es el eco del reloj, se escucha el pasar de la aguja segundera 6 segundos. Tic-Tac-Tic-Tac-Tic-Tac. La niña vuelve a tocar la puerta de manera más brusca y le da una punta pie. Quien responde esta vez es el crujido del árbol en el jardín haciendo que la niña voltee la cabeza hacia la izquierda, observa la gran ventana con marco cuadrado sin cortinas con vista al jardín. La luz de la luna se intensifica por un breve momento; parece el día en lugar de la noche a través de la ventana, la niña observa este cambio de luz sorprendida, no despega la vista de la ventana hasta que una nube oculta a la luna y vuelve a oscurecer el lugar en un tono azulado, frio y que aparenta cierto grado de soledad y silencio como cualquier noche a las 2 de la madrugada.
- ¡Tengo mucho frío! -Exclama la niña- esperando una respuesta desde el otro lado de la habitación. El eco del reloj le contesta una vez más. Tic-Tac-Tic-Tac-Tic-Tac.
- ¡iré por mi ponchito!
Amelia camina hacia su habitación ubicada en contraposición de la gran ventana, ingresa a su cuarto y enciende su lampara de mesa jalando el cordón de encendido, la luz alumbra su mano, hasta este momento no se ha percatado que su mano tiembla levemente y que se contrae en las articulaciones de sus dedos sutilmente. Sus parpados pesan como nunca antes, es como si algo le dijese que no vea e insistentemente quiera bajar sus pequeños y cansados parpados. Sus parpados se cierran y sus rodillas resbalan haciendo que caiga sobre su cama y choque con su peluche de oso, eso la despierta, olvida su poncho y regresa rápidamente hacia la puerta que da a la habitación de sus padres, no quiere estar sola, no quiere dormir, ella sabe que no debe dormir.
Parada nuevamente delante de la puerta, toca exasperada, con una necesidad inmensa por entrar, con un deseo de abrazar a su padre y por hacerle compañía sin saber por qué.
Amelia exclama con ímpetu al recordar que viene del hospital junto a su padre. - ¡Dios así lo quiso,por favor no te culpes! ¡Piensa en todo el bien que hizo y las enseñanzas que nos dejó! Con mucho afán espera una respuesta, posiciona su oído sobre la puerta para intentar escuchar en el interior de la habitación. - ¿Recuerdas? ¿Escuchaste cuando lo dijo verdad? Se separa de la puerta y se sienta cabizbaja sobre el suelo frente a la habitación. - ¡Somos solo dos ahora! ¡Llora! Llora por mi mami y cuando termines(su voz se quiebra) lo quiero haceryo. Cierra sus ojos y comienza a escuchar a la distancia unos leves sonidos, abre sus ojos esperando que los sonidos sean de su padre en el interior de la habitación, pero es el reloj nuevamente. Tic-Tac-Tic-Tac-Tic-Tac.
- Por qué no abres la puerta, quiero dormir en tu compañía. Se pone de pie y toca la puertaligeramente. - ¿Papi?
El padre de Amelia abre la puerta de par en par, la mano con la que sujeta la perilla de la puerta está ensangrentada, gotas simultaneas de sangre escurren por una herida grande en su muñeca hacia el suelo. Su aspecto denota fatiga y palidez, su boca está ligeramente abierta y reseca, mueve sus labios ante la necesidad de que su saliva lo hidrate, sus ojos están muy abiertos, da la impresión de estar confundido y mareado, observa en todas direcciones, pero ya no ve nada. Suelta la perilla y mueve su mano hacia el frente buscando sentir a su hija. Su mano ensangrentada toca la nariz de la niña y comienza a palpar su rostro hasta llegar a su hombro para sujetarse de ella y caminar hacia el frente.
Atónita ante la imagen de su padre, Amelia observa hacia el interior del cuarto, todas las pertenencias de su madre están esparcidas por la habitación. Sobre la cama, del lado donde solía dormir su madre, se encuentra el retrato de ella y en el otro extremo donde duerme su papá yace una gran mancha de sangre.
- ¿Iras a buscarla verdad? ¿Iras por mamá y regresarán por mí? – dijo la niña
El padre de Amelia cae al suelo hacia un costado, ella no voltea a verlo, no escucha el sonido del cuerpo golpear el piso, comienza a parpadear mientras ve el reloj colgado sobre la cama, ve como lentamente la aguja segundera se detiene y de pronto aún sin terminar de parpadear, el Tic-Tac que emite el reloj cambia. Al parecer, ver que los segundos no pasan o que el tiempo se detiene traduce el sonido del reloj a palabras entendibles para los humanos.
Con actitud de reproche en sus palabras, el reloj dice lo siguiente.
- ¡Debiste escucharme! Los humanos evitarían tanto dolor si tan solo aprendieran a escucharme. Intenté evitar que vieras esto, te lo dije en múltiples ocasiones, pero no escuchaste. Intenté asustarte con los sonidos del exterior, pero no te fuiste. Quise obligarte a dormir, pero te resististe. El reloj comienza a derretirse y a caer sobre la cama formando una masa de color blanco. Poco a poco esta masa adopta la figura del cuerpo humano, Amelia divisa una silueta sentada en la orilla de la cama que extiende su brazo en dirección de la niña. Los ojos de Amelia solo reflejan en el iris la forma de un reloj moviendo sus agujas tan rápido que solo se observa un aro completo.
- ¡Debiste escucharme! – dijo el reloj mientras extiende la mano hacia la niña.
- Aún puedo ayudarte, aún puedes ser inocente.
Amelia acerca su rostro a lo que parece la mano del reloj, su corazón late muy rápido. Las extensiones en forma de dedos del reloj bajan por fin los parpados de la niña
En menos tiempo que un parpadeo el corazón de Amelia latió tan rápido que tuvo la misma cantidad de latidos que los que tiene una persona a la edad de 87 años.
Muy mal escrito cae en lugares comunes y no hay ninguna originalidad CD Le otorgo un dos
Me encantó la idea del reloj como instrumento anunciante de la desgracia. Trataste, y lo hiciste amiga escritora, de trabajar un suspenso psicológico, donde el reloj muy bien representa la advertencia de tiempos lúgubres en una familia que se desmorona. Así lo entendí, y es difícil trabajar ese tipo de terror. Me encantan dichas obras, pues jamás pasarán de moda, ni dejarán de interesarnos. Te otorgo 8 puntos.
Inmolación - el tiempo como testigo: otra buena idea mal plasmada, a partir del principio, el suspenso del relato y el interés del posible lector, decaen. Mi calificación es un 3.
Bueno, nadie somos perfectos. Siempre habrán errores, como en esta obra, errores en la puntuación, Gramática y redacción. Iba bien al principio, pero se desvió de la acción de terror netamente requerido. En fin, toda obra merece respeto y valor, porque son letras paridas del escritor. Así que me abstengo de dar un valor cuantitativo.
El tiempo como testigo: Un cuento confuso, gramaticalmente tiene repetición de palabras en la misma frase. No voy a dar puntuación por respeto al autor.