Hoy tengo el honor y el placer de presentar la nueva obra de mi amigo Javier V. García, EL EDIFICIO POLIDORY, una de las mejores novelas que he leído últimamente. Una historia de terror y fascinación coral, muy recomendable. Puedes adquirirla a través de los siguientes enlaces o poniéndote en contacto directamente con el autor si la quieres en físico. Y ES UN REGALAZO PARA ESTAS NAVIDADES.
ENLACE DEL EBOOK
BIOGRAFÍA Javier Vilar García, de Valencia. Desde joven he sido influido por el tema de contar historias, por la lectura y el cine. Primero fue escribiendo guiones para cortos, que después dirigí, todo en modo aficionado, llegando a realizar siete de ellos, ganando uno de ellos (El Precio) el apartado del premio del publico en un concurso. Años más tarde estuve unos años perteneciendo a un grupo de rock, donde participaba en las letras y música. hasta hace unos tres años, que dejé aquello, tras publicar dos trabajos “Psicópata” y “Despierta” Después comencé en solitario como “ElBarón”, bajando algo la potencia y con letras más comprometidas. A la vez comienzo a retomar mis inicios escribiendo, que en estos momentos me llama más y me hace disfrutar. Decidido a que saliera adelante, elegí esta novela para intentar que se publicase, siendo la editorial Seleer, la que aceptó, junto a la segunda de mi hija Ginebra
RESEÑA
La fascinación va más allá de la literatura o del arte, tenga el soporte que éste tenga. Yo la definiría (sin diccionario, simplemente con la piel escamada, erizada después del contacto) como esa chispa que salta, que brota cuán magia, en el corazón de aquellas personas que se acercan, sea como sea, a la perfección y la belleza. Un vínculo, una atracción, que se halla inexplicable y sin embargo y de forma paradójica, natural, en el espíritu humano. Pues bien, mi amigo Javier ha sido capaz de crear esa magia y me complace y al mismo tiempo me siento orgulloso, de subrayarlo en estas líneas.
Homenaje al cine y a la literatura fantástica y de terror de todos los tiempos, inteligente mezcla de géneros, multiplicidad de historias y personajes, una trama intrigante, apasionante y conmovedora. Un coctel explosivo para una sola novela, ¿no? Ya que, siendo la segunda que leo de Javier V. García, el autor ha conseguido eso y mucho más, hitos que iré desarrollando poco a poco en estos párrafos. Una evolución con respecto a la primera, que hay que subrayar y poner en valor. Pues quien ama tanto la literatura es capaz de hacerla suya, de domarla, de dominar sus entresijos.
Escrita de una manera sencilla, sin estridencias, con una narración y unos diálogos muy pulidos, su auténtica virtud radica en una trama, mistura de muchas, que se va enrevesando hasta un final tan magnífico como perturbador, un colofón genial a un libro con mayúsculas que no creo, pueda dejar indiferente a nadie.
Pongamos que estamos en una ciudad enigmática, en un lugar y un momento concreto, cuya atmósfera, la de la novela, lo encierra y lo envuelve todo en sí misma, como el que se halla por unas horas en una habitación sin vistas y desconocida. Pongamos ahora que nos convertimos en el nuevo inquilino de un edificio, de aquella urbe, igualmente misterioso. Un edificio que, desde el principio, nos llama, nos atrae, como fascina el mar y sus olas y que, sin embargo, ya intuimos, nos va a arrastrar hacia un abismo, del tipo que sea.
Nuestro protagonista, después de la pérdida de su esposa y una lógica depresión, va a embarcarse sin remos en las fauces de aquella construcción en el centro de la ciudad. Una ciudad, como digo, cuanto menos extraña, cuanto menos diferente. No obstante, pronto, aquella especie de fortificación amurallada, aquel bastión armado, va a convertirse en un refugio, en una cura, bálsamo para el alma herida. Y pongamos que en esa complicidad tenemos a un amigo y que ese amigo nos relata, una por una, las historias acontecidas, años atrás, en cada planta del complejo. Pongamos, además, que la premisa es aún mejor de lo esperado a simple vista y pongamos, cómo no, que estos sean los ingredientes de una gran novela, una de las mejores que he leído este año.
Una obra magnífica, que se lee muy rápido porque, como dije antes, esta escrita de una manera pulcra y directa y, sobre todo, porque su argumento te atrapa desde el comienzo y ya no te suelta, como si te agarrase un ente divino y te endemoniara. En fin, ya saben, eso que nos pasa a los que nos sentimos imbuidos por la literatura y sus placeres.
Y al ir caminando con el protagonista te vas dando cuenta, poco a poco, de las referencias literarias y cinematográficas. Quizás no coincidan con las que tenía en la mente el propio autor al escribir el libro, pero es que, la simbiosis entre la obra y ese tipo de historias es tan grande, que el homenaje, creo yo, se vuelve extensible a todo a una época, que abarca desde el más puro gótico del XIX, con autores tan destacados como Shelley y su Frankestein hasta películas contemporáneas como la célebre y maravillosa, El exorcista, a la que, por cierto, se menciona directamente en una ocasión. Y es que, según mi propio criterio, esta es la obra mayúscula del terror universal.
Así, recorrer los recovecos, los matices de esta novela, es pensar en películas como La semilla del diablo, y ese edificio fantasmagórico en el centro de Nueva York o como la aclamada El resplandor, inspirada en la novela de Stephen King. También me retrotrae a obras como Drácula, de Bran Stoker y concretamente a su personaje protagonista, Jonathan Harper, invitado a un castillo misterioso y siempre en contacto con el exterior a través de epístolas. Pero la obra también huele, sabe y respira, todos los sentidos claro, ¿por qué no?, como lo hacen las de otros enormes del género que van desde Poe hasta incluso Kazenbach. Autores de los que, supongo, nuestro autor se ha nutrido de una u otra forma.
Pero seguimos recorriendo, palmo a palmo, los entresijos de esta naturaleza muerta en medio de la urbe y ahora nos damos cuenta de que hay historias colgadas en cada portón, en cada rellano, en cada escalera, en cada mirilla…Historias igualmente intrigantes con respecto a la trama principal, igualmente bien escritas, igualmente sorprendentes y, sin embargo, una parte indisoluble de una novela, que, de forma inteligente, son muchas al mismo tiempo, siendo una sola. Un cordón umbilical de una trama, que cosida con mimo, no deja paso a ninguna fisura. No son retales, son broches que adornan un vestido de gala y que hacen más rico un argumento, de por sí, maravilloso. Una historia que se nutre de un ramillete coral y de situaciones y personajes varios. Una mezcla de géneros que enamora, pues hay momentos en los que, más allá del terror, eres capaz de, incluso, emocionarte, reír y llorar. Lo que evidencia la pluma de un autor sobresaliente.
La multiplicidad de personajes, es otro punto que también he de poner en valor, ya que, a pesar del gran número de secundarios, todos están bien perfilados y no hay ningún cabo suelto en cuanto a su papel en el conjunto de la trama. Entiendes cada gesto, cada palabra, cada momento. Todo cobra sentido a pesar de lo terrorífico o no, de las circunstancias y de los acontecimientos narrados.
Y pongamos ahora que seguimos hacia delante y que nos vamos acercando a un final que no esperamos, que nos sorprende y que al mismo tiempo nos llena de júbilo. Pongamos que brota una sonrisa en nuestros labios y que arrancamos, en la mente y en el silencio de la noche, a aplaudir sin parar. Y pongamos que se le hacemos saber al autor, que parece ser, no tiene en tal alta estima sus escritos, que su obra es muy buena.
Y pongamos que, como resumen, bautizo a la obra como FASCINACIÓN. Y pongamos un poner, que esa fascinación es, como dije al comienzo, ese principio activo que nos conecta a los seres humanos con el arte. Quizás ese arjé del que ya hablaban los presocráticos hace más de tres mil años. Y pongamos que es una de esas historias que llevaré siempre en el corazón…
Y PONGAMOS QUE TE ADMIRO JAVIER. NO, ESO NO LO PONGO, ESO LO AFIRMO. GRACIAS!!!
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