(Por favor, entiendan el texto como un relato de terror y no me juzguen por lo escrito. Yo no tengo nada que ver con el personaje. Gracias)
Si tuviera que torturar a mis hijos hasta la muerte, no me temblaría el pulso. Y si en esas, tuviera que quedarme mirando cómo se desangran colgados de techo cuán reses hasta la última gota de vida, sólo sentiría aburrimiento y hastío.
Los quiero y me preocupo por ellos, les ayudo con las tareas del colegio, jugamos…incluso los arropo cuando tienen frío y les doy un beso en la mejilla antes de encontrarse cada noche con Morfeo. Vigilo después su inocente sueño y les abrazo con fuerza cuando tienen una pesadilla.
Siempre les he protegido y lo hago con gusto, no llevo ninguna máscara en ese respecto, lo juro, pero ¿y si de repente fueran un obstáculo? ¿Y sí un día cualquiera se convirtieran en un escollo en mi vida? ¿Por qué debo pensar antes en ellos que en mí?
Si hubiera un incendio, por ejemplo, ¿debería entrar en casa y poner en riesgo mi integridad física si estuviera en peligro la suya propia? De ninguna manera, les tengo afecto sí, pero solo son un trozo de carne, que mortal y tremola, puede dejar de existir y moverse en cualquier momento, como el chispazo de una cerilla que se tuerce entre los dedos. Más tarde o más temprano se pudrirán, convirtiéndose en ese polvo gris que es la nada…Si no fuera yo sería la naturaleza, la enfermedad, el hambre, un accidente de coche… No me parece un acto deleznable. Es la verdad sin tapujos. ¿O es que los animales van a proteger a sus crías hasta la muerte? ¿O es que van a amarlas, incluso, por encima de sus propios intereses o deseos? ¡Qué tontería!
Pero que no se preocupen los más puristas, aquellos que se están santiguando en este instante como si doblar los brazos delante de la cara nos salvara de la locura, el abismo o el dolor…No, idiotas, ¿o es que tengo que pensar ahora también que los psicópatas somos más inteligentes y racionales? Porque esta claro, es una simple cuestión resolutiva: Dos más dos son cuatro y si para conseguirlo es necesario enterrar vivo a algún pobre desgraciado que pide clemencia mientras escava con las manos, ¿cuál es el problema? Sois vosotros, los llamados normales, los que tenéis que revisar vuestra conciencia. La mía es trasparente y no como la de esa madre cualquiera que, harta de todo, estuvo a punto de estrangular una noche a su bebe sólo para vengarse de su marido. Y no lo hizo porque el hombre llegó más temprano de trabajar y le dio lo suyo en la cama. Mira tú, yo nunca mataría por sentimientos, me parece incluso de mal gusto, me da igual que me quieran o no. Vosotros, sin embargo, sois escoria y mentira, nada más ni nada menos que eso.
Pero amigos, ¿qué les parecería si les digo ahora que tampoco soy esa tabla rasa de la que hablan los psiquiatras? Sí, mataría, violaría, haría cualquier cosa por lograr mis objetivos, pero, ¿quiere decir eso que no siento nada? Lloro, río, hiero y me hieren, sangro, respiro, me empalmo... Soy humano, y no ese monstruo que pintan los manuales. Afirmaciones como, “los psicópatas no entienden el amor y lo imitan” o “llevan una máscara social”, son tan ridículas como falsas.
De verdad, quiero a mi esposa, pero no es una Diosa a la que deba venerar y rendir tributo bajo cualquier circunstancia. Porque si estas fueran adversas, el amor quedaría, hablando claro, en un segundo plano.
Me la puede pegar con hombres, puede insultarme, incluso abofetearme brutalmente si lo desea. Pero si alguna vez fuera una piedra angular en mi camino y no hubiera más remedio, sería capaz de arrancar de cuajo aquellos pezones que tantas veces la llevaron al éxtasis con mi lengua. Perdonen lo gráfico de mis palabras los más aprensivos. Como ven es un tema de causa y efecto. No es que yo tenga nada en contra de nadie en concreto, pero todos pueden llegar a ser el enemigo.
De pequeño, sin ir más lejos, me regalaron un cachorrito. Juro que lo adoraba. Jugamos juntos, lo llevaba a mi cama por las noches, lo acariciaba, lo sacaba de paseo, al veterinario…Pero un buen día creció y se convirtió en un obstáculo en casa. Lo partía todo, llenaba el suelo de pisadas y los muebles de babas…Mis padres me dieron un ultimátum con respecto a su comportamiento.
No me lo pensé dos veces. Una noche lo llevé campo a través, até una cuerda que previamente había convertido en soga a un árbol, se la enrollé al cuello, la tensé y lo subí. Estuve contemplando como se iba quedando sin respiración durante más de diez minutos. Pero el maldito aún, no sé por qué, seguía con un hálito de vida. Fue entonces cuando tuve que coger un cuchillo que había previsto y se lo clavé en el estómago una y otra vez como si fuera un saco de boxeo mientras seguía colgado. Salieron hasta las vísceras y me llené todo de sangre. Después metí el cadáver en una bolsa de basura y lo lancé al río. Un problema menos.
Espero haber sido lo suficientemente explícito y explicativo, (explícito y explicativo, esta me la guardo para mis clases, soy profesor de matemáticas en un instituto católico) porque estoy harto de la estigmatización de mí, ¿Cómo diríamos?, ¿gremio? Métetelo en la cabeza ser humano normal, tú no eres mejor que yo, sólo tienes un obstáculo que no puedes saltar, tu propia culpa. La mía la estrangulé hace tiempo.
Y os dejo que vienen mis niños del colegio y tengo que preparar la cena. Es viernes, así que después veremos una película con una gran bolsa de palomitas. Supongo que veremos una de Disney. A mi hija le encanta y haría cualquier cosa por ella.
Un cordial saludo.
Me pareció muy original, da miedo sin derramar sangre. Es el segundo de mis favoritos . Le doy 7 puntos
Quiero empezar por decir que la escritura literaria sea el tema que sea es sobre todo libertad. Libertad estética, libertad argumentativa, libertad ficcional. De escritor a escritor te aconsejo que no te autocensures pidiendo disculpas. El texto debe defenderse por si sólo. Tu texto tiene buena narración, buen ritmo y le hubiera puesto una calificación perfecta si ademas tuviera más verosimilitud, los verdaderos sicopatas carecen de empatia. Al personaje no le debe interesar quedar bien con lectores que no ven la diferencia entre la vida real y la ficcional. Resumen: le pongo un 9.
Una historia sangrienta que cumple con las pautas del género. La temática interesante. Le otorgo 8 puntos.
Perfecta gramática y espeluznante historia CD Le otorgó un nueve
Demasiado bueno. Ese hijo de su madre lo conozco. Es mi compañero de trabajo. Cuando lo ayudamos a ascender de puesto hasta ser jefe hizo despedir a los que pueden ser su competencia... Un 10