La noche llegaba imponente, fría y terminando de engullir a aquel, que fue un hermoso día soleado del invierno de 2012. Laura Madison, de treinta y nueve años de edad, espera sentada en un banco despintado, de esos que abundaban en la plaza central del pueblo de Biburi, en el condado de Gloucestershire, al noroeste de Inglaterra. Este es bastante famoso y según las agencias turísticas el más bonito y uno de los más tranquilos de todo el país.
Laura se acurruca agarrando con fuerza su viejo abrigo de color marrón oscuro y un poco deshilachado por su uso a través de los años; nunca quiso renunciar a él, ya que fue el regalo de una persona muy especial en su vida, luego sujeta su gorro de lana gris, y por último también, su gruesa bufanda tejida a mano por su mejor amiga una fría noche de invierno, Eleonora, ese era su nombre, se la había regalado cuando la conoció en aquella fiesta de fin de año, hace ya tanto tiempo, ella ya había partido al más allá hace solo un par de meses atrás por un derrame cerebral. Laura, desde ese trágico momento, se había sentido cada vez más sola, a pesar de que ella aún tenía a su esposo y a sus dos hijas.
—Ya se ha tardado demasiado —decía un poco desesperanzada y también un poco desesperada, mientras vuelve a mirar su reloj por enésima vez. —de pronto, un rechinar muy agudo la sobresalta de inmediato haciendo que se levante del despintado banco, y se ponga de pie metiendo la mano en su cartera, allí guarda una vieja pistola nueve milímetros, que había pertenecido a su abuelo. Según el contaba con orgullo, se lo había quitado a un general nazi después de matarlo en la segunda guerra.
Ella observa hacia todos lados, pero no logra ver a nadie, y no es para menos, a esas horas de la noche y con ese frío, no había un alma rondando por allí, camina unos metros para asegurarse, y respira aliviada de que no haya sido nada, voltea de nuevo para volver al viejo banco, y al hacerlo queda petrificada al ver a alguien sentado en ese mismo lugar.
—Laura, me sorprende, que té sorprendas de verme querida, ya deberías estar acostumbrada —dice la extraña mujer vestida como una gothic woman, su cabello rojo, o al menos la parte que se puede ver, brilla al reflejo de las luces de la plaza, a pesar de que estaban bastante alejadas de nosotras también hacían brillar su hermoso rostro, pálido hasta más no poder.
—Debiste haber llegado hace horas Nadine… yo, comencé a pensar que ya no vendrías por mí —la mujer lanza una carcajada sonora que retumba en toda la desierta plaza, cubre su boca con la mano derecha al hacerlo.
—Mi adorada Laura, eres tan hilarante, no me perdería esto por nada, ahora dime, ¿cuáles son las buenas noticias por la que me has convocado aquí? —Laura se sienta junto a ella, pero no la mira, solo ve al frente y responde con lágrimas en sus ojos.
—Es, es cáncer, cáncer de páncreas y es terminal Nadine, el doctor solo me dio un año de vida, quizás menos, yo no sé qué hacer. —Nadine vuelve a soltar otra carcajada y es más estruendosa que la anterior. Luego se acerca más a ella hablándole suavemente a su oído.
—Eso es mentira mi pequeña Laura, tú sabes exactamente qué hacer, es por eso que me has llamado para que venga a ti ¿no es cierto?
—Nadine, por favor, no hagas esto más difícil de lo que ya es, yo, necesito tu ayuda, necesito que me ayudes… por favor —Nadine en un movimiento rápido la toma del cuello, y lo aprieta ahogándola muy rápidamente.
—Eres repugnantemente egoísta, después de haberme despreciado vuelves a mí pidiendo favores, debería destriparte aquí mismo, estúpida.
—N-Nadine… solo era una niña tonta, y tuve miedo entonces… p-perdóname —ella la suelta y Laura cae al piso, sollozante y tosiendo tratando de recuperar la respiración.
—¡Oh! ¡Está bien!... pero no eras ninguna niña Laura, tenías diecisiete años y me dejaste para casarte con ese imbécil “estoy enamorada de ese gran hombre Nadine, lo siento, pero ya no quiero verte más” bla, bla, bla… y ahora que sabes que morirás vienes corriendo a mí de nuevo, patético.
—Quiero que me des ese regalo Nadine, y prometo que estaré para siempre contigo, para siempre, sé que aún me amas, tienes que concedérmelo, debes hacerlo.
—Yo no te debo nada, tampoco estoy obligada a nada contigo, y nada me impide irme ahora mismo.
—¡No!, ¡no me hagas esto, no te vayas! —Laura se arroja a sus pies aferrándose a ella, aferrándose a la única esperanza que le queda en este mundo. Nadine suspira bastante fastidiada y la mira como a un gusano, pero aun así hay un pequeño, muy pequeño destello de piedad en sus ojos.
—Sabes que estos tratos se pagan muy caro, Laura.
—Pero tú me lo prometiste aquella vez…
—Eso fue antes de que té marcharas y te casaras con ese idiota… las cosas han cambiado y tú sabes lo que eso significa; ahora, con que me pagaras el favor que he decidido hacerte Laura, te escucho.
—Ya te lo he dicho, estaré contigo para siempre, y si es necesario también seré tu esclava. — Nadine la observa decir todas esas cosas y aunque no se le note, siente una tristeza enorme al escucharla hablar así, ya no queda nada de esa joven a la que una vez amo. Pero esto es un negocio, vuelve a su postura y dice.
—Eso no es suficiente, yo quiero y necesito algo más y tú lo sabes Laura, así que, dime esa oferta que has estado maquinando desde que te enteraste que ibas a morir, anda, que no te dé pena hacerlo, dímelo.
—Ya te lo dije yo seré tu esclava y…
—¡¡Dímelo!! —Laura se pone de pie y camina unos pasos, se detiene y mira el cielo nublado de esa helada noche, luego baja la mirada a las baldosas que cubren el piso de la plaza, y pregunta.
—¿Sufrirán si te los entrego? —Nadine sonríe, y sus ojos se tornan como si dos rubíes de un rojo intenso tomaran ese lugar, su lengua salía de su boca hasta llegar a su barbilla, una baba amarilla emergía de ella, luego se los relamía y la volvía a tragar, haciendo un sonido estremecedor. Laura escucha ese terrorífico gorgoteo que proviene de la garganta de Nadine y cierra sus ojos y vuelve a hablarle.
—David, está en el club con sus amigos, y las niñas duermen en casa, nadie sabe que estoy aquí… ve por ellas primero, luego, si no quedas satisfecha, ve por él y si quieres puedes devorar a sus amigos también. —Laura solo escucha un batir de alas y la pequeña ráfaga que produce llega a hasta ella dándole escalofríos, Nadine se ha ido, pero pronto volverá a dar la recompensa que prometió a cambio de la sangre de sus propias hijas y la de su esposo, Laura seca sus lágrimas esperando a que Nadine regrese, y entonces todo el dolor que sentía por haber entregado a su familia se borra en un instante, y una sonrisa aflora en sus labios al saber que una vez que ella los devore, cumplirá su trato; el cáncer desaparecerá y será joven e inmortal hasta el fin de los tiempos.
Estupenda historia. Le doy 9 puntos.
Bueno relato, buen final. En algunos retazos se pierde la trama. Un 8
Bastante bien escrito, va manteniendo la atención, aunque a medida que jos acercamos al final se adivina lo que va a pasar. Le doy un 8
Nadine: relato donde encuentro que el terror y el egoísmo se entrelazan de manera notable. Califico con un 8.
Nadine: una charla con un personaje siniestro, una especie de vampiro mujer. el cuento está bien diseñado aunque la falta algo de coherencia en los diálogos que por momentos se hacen confusos. Puntuación "7"