Era noche cerrada ya cuando Lola llegó a su casa del trabajo. Que diluviaba, era decir poco. Menos mal que una compañera del trabajo le prestó un paraguas, de lo contrario, estaría empapada hasta las bragas.
El trabajo en la fábrica de plásticos no le hacía especial ilusión, pero era lo único que tenía. Eso, y mala suerte, muy mala suerte.
Su encargado, un hombre difícil de ver, era lo más extraño que existía en la faz de la tierra. El pelo repeinado hacía atrás, con un aspecto ligeramente seboso, resbaladizo al tacto. El tipo se creía un guaperas y nada más lejos de la realidad.
Un relámpago trajo a Lola de vuelta de sus pensamientos haciéndola temblar. Vio una sombra, o eso le pareció. Se apresuró en encender las luces de toda la casa. No se iluminaba ninguna de las estancias, probablemente, habrá saltado el automático general. Un ruido atrajo su atención. Venía de la salita de estar.
La habitación era un tanto peculiar; a Lola le encantaban las cosas extrañas y difíciles de conseguir. Su salón en concreto, te transportaba a los años 70 u 80, hasta el papel de la pared, era raro. Dos gatos de vieja arcilla, descansaban en la repisa de la chimenea, una lámpara de araña colgaba del techo llena de telarañas y polvo, hacía meses, que digo meses, años que no se limpiaba. El suelo de todo el piso era de madera, de la que crujía cuando caminabas. Nadie entraba allí, Lola no tenía amigos, era una ermitaña. Se limitaba a ir al trabajo, compra y a casa. Esa era su vida. En el barrio, todo el mundo la tachaba de loca.
Se escuchó otro ruido, esta vez del piso superior. Allí había una habitación, un baño y la buhardilla, ésta última cerrada a cal y canto. Lola nunca tuvo curiosidad de entrar allí. No sabía dónde estaba la llave de aquella puerta así que desde que se mudó, no había entrado. Otro ruido, el viento en la calle azotaba con intensidad, y movía las ramas del árbol que había en el jardín, llenando la casa de extrañas sombras que asustaban a una Lola ya acojonada. Un relámpago dibujó su silueta en la puerta de la buhardilla, un estruendo llegó desde el otro lado haciendo un ruido de espanto y Lola salió disparada escaleras abajo con tan mala suerte que se le enganchó un extremos de su raída chaqueta en uno de los pomos de la baranda haciéndole caer rodando. Cuando llegó al final, se levantó como pudo, parecía que para a ver sido varias las escaleras por las que había rodado, no se había echo mucho daño. Algo brillante llamó su atención… era como si alguien, hubiera puesto eso ahí en ese momento. Se acercó y lo recogió. Se trataba de una antigua llave, pero ¿de dónde?, se preguntaba. Sus pies comenzaron a caminar sin pedirle permiso, sus pasos le llevaban de vuelta al piso superior, el viento en el exterior cada vez era más fuerte. Un crujido hizo que se parara en seco. Las manos le temblaban de tal manera, que la llave cayó al suelo. Se agachó a recogerla. Cuando volvió a ponerse recta, vio una sombra en la puerta del desván. No era sólo la suya, allí había alguien más. Instintivamente se iba girando mientras la sombra le ponía una mano en el hombro. Lola dio un respingo, allí no había nadie. Pero, ¿Qué estaba ocurriendo? Metió la llave, no sabía por qué, pero en el mismo momento que la encontró algo la empujaba a ir aquel lugar. Giró la llave, empujó la puerta desde el umbral y de pronto, otro relámpago la hizo estremecer, el grito ahogado que luchaba por salir vino acompañado por lágrimas. Entre la penumbra se vislumbraba un montón de huesos. ¡QUÉ COÑO! Lola quería salir pitando de allí, pero sus pies no respondían. Los huesos, como por arte de magia, empezaron a colocarse y a unirse unos con otros consiguiendo así una forma humana. Había oído chismorreos, fanfarronadas, historias y leyendas relacionadas con aquella casa, incluso nunca le importó saber que allí habitó su bisabuela y que despareció de forma extraña. Siempre pensó que todo eran cuentos para asustarla…Solo consiguió decir dos palabras antes de desvanecerse, ABUELA, ¿ERES TU?
¡Felicitaciones por su esfuerzo narrativo! Le asigno 6 puntos.
Es muy sencillo pero gramaticalmente realmente no me gusta Además es muy simple la historia CD Le otorgo cinco puntos.
Muy bueno. Bien narrado y el final, uno desea seguir leyendo. Un 9
Buen relato y bien escrito. Me ha gustado el desarrollo y el final aunque no hacia falta que la abuela se recompusiera. Da bastante miedo que haya podido morir alguien allí encerrado. Le doy un 8
Muy buen relato, he encontrado algún pequeño fallo en puntuación pero me ha mantenido en suspense, se merece un 8