La brisa marina jugueteaba con sus faldas, despeinando sus cabellos y el Sol creaba carmines en su piel. Yo miraba extasiado su alocada danza, de pronto se detuvo y acarició con temor la espuma del cadáver de una ola que había osado llegar hasta sus huellas y yacía inerme en la playa, la humedad acarició sus plantas descalzas.
En la lejanía las ondas corrieron en bandadas en pos de ella y huyó asustada hacia la arena mientras reía con su risa histérica, tosca y desafinaba. La arena se resistió a su paso, mordió sus tobillos y cayó de bruces. Corro hacia ella asustado mientras que la espuma mojaba su vestido como si intentara morderla.
- ¿Por qué huías? – le pregunto calmando un jadeo después de mi galopada en el mullido colchón arenoso.
- ¡Las olas están vivas! – exclamó mirándome con sus ojos extrávicos por el miedo.
Recogió sus piernas, alejándose de la humedad que pugnaba por llegar a ella.
- ¿Vivas? – le grito colérico.
Casi me dan ganas de pegarle por su locura que provocó mi estampida y la burla de los bañistas.
- Sí, el mar es su casa y si no pides permiso te atacan y a mí me odian – fue casi un ruego que cubrió de rubor su rostro pálido.
- Otra vez con tus alucinaciones ¡El mar es agua! – la regañé mordiéndome los labios
- No, ¡están vivas! y si no te quieren te matan. Si te aceptan vienen a ti mansas y te acarician. Pero ten cuidado con el amor, porque a veces de amarte tanto te abrazan y no te deja ir. Son así de posesivas – pronunció en susurro, como en un secreto.
- ¡Estás loca de remate! – la volví a regañar.
- ¿Loca? Mira ¿no la ves cabalgar las ondas?… Me asechan y solo esperan el momento de ejecutar su venganza – susurró mirando con terror a las olas que como rizos violentos despeinaban al mar.
- ¿Las ondas y las olas no son lo mismo? – le pregunté con dureza tratando de amainar su pavor.
- No, las ondas son las cabalgaduras de donde las olas atacan. Las olas son los vigilantes del mar que pasean días y noches en las ondas – volvió a susurrar, tratando de no ser oída por algún testigo que pudiera dispersar su terror.
- Y luego mueren en la orilla – le dije conciliador.
- Ellas quieren que tú pienses eso, pero vuelven una y otra vez. A veces furiosas y otras veces mansas – volvía a cobijar su rostro en mi pecho, buscando refugio a su miedo.
- -¡Ven, vamos a nadar! – traté de convencerla de lo equivocado de su miedo.
Ella rehusó temerosa mi convite. Yo corro hacia el mar, me arrojo en la espuma de una ola que se alza y me embiste. Las frías aguas cubren mi cuerpo, me sumerjo y nado. Durante un rato las olas acunan mi cuerpo. Cansado regreso a la orilla donde ella me esperaba en la arena. Camino en la arena. Me dejo caer a su lado y con mi mano empapada riego su rostro pávido.
-¿Ves que es solo agua? – le dije con una sonrisa que trataba de borrar su temor.
- ¡Las olas te aman, pero a mí me odian! – me dijo demostrando que no había cambiado un ápice su excéntrica opinión.
- ¡Estás loca de remate! Vámonos que se hace tarde y empieza a enfriar – le dije vencido por su fantasía que no me dejaba rescatarla de su desasosiego pretérito.
Nos fuimos abrazados. Atrás quedaron las olas del mar acariciando a la arena y la brisa nos trajo una un eco como risa burlona que nos despidió.
El tiempo pasó, nos separó y hoy vuelvo al mismo lugar donde las olas parecen que besan a la arena y las maldigo desde el arrebato de mi espíritu roto por el desconsuelo que deja la ausencia. Arrojo contra ellas todo lo que encuentro.... Perdida mi cordura agravio a las olas que impasibles escuchan mis ofensas desde sus cabalgatas en las ondas que continúan lamiendo a la arena con lenguas de sal.
- ¡Cobardes!… ¡Traidoras!... ¡Asesinas! – les grité aterrándome a la arena, lejos de las espumas malditas.
Desde la profundidad me responde, como una amenaza que me heló la sangre, un ronco bramido que me impulsó aterrado a abandonar en estampida la playa y no volver jamás…Dicen que Alfonsina se suicidó arrojándose al mar, yo pienso que al fin las olas cobraron su venganza porque… ¡están vivas!
Lo percibí como un relato de terror donde se emplean frases líricas. Y esa combinación lo hace atractivo. Le concedo 8 puntos.
Fácil lectura pero creo que no aporta nada nuevo CD Le otorgó cinco puntos.
Pertinentes y hermosas metáforas, con pasajes de prosa poética. Me pareció algo brusco el cambio de opinión del protagonista sobre las olas, faltó como un párrafo que suavizara la transición. le doy un ocho
Las olas están vivas: un relato muy ingenioso y hasta poético diría. Hace creíble lo increíble. Mi calificación es un 9.
Las olas están vivas: Amena lectura sin un propósito claro y la alusión a la Poeta no le veo sentido.-lectura pasable. Puntuación "6"