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PESADUMBRE, MELANCOLÍA, DOLOR Y SIN EMBARGO, VIDA.


Tenemos el inmenso placer de presentar en esta ocasión al autor paraguayo, Lucas Ciriaco Cantero y su poesía libre, “Apesadumbrados” de una belleza arrebatadora. El escritor, al que agradecemos su enorme aportación a nuestro grupo, a pesar de su juventud, ya cuenta con algunos premios en su biografía como una mención especial en concurso de cuentos cortos “el Cabildo Paraguay” y una selección para ser parte de la Antología de 20 cuentos en el “Leer sana de Encarnación” OBRA: “APESADUMBRADOS” Cavilando bajo un viejo roble marchito, llega a mí una concepción de muerte. Próximo a aquella situación, mis lágrimas ocuparon su lugar. La corta vida no me ha bastado, pero mi deceso se hace inminente. Mi alma tirada delante de mí, abandonada. El cuerpo podrido conversando con sus demonios. El alma en cuclillas sollozando por misericordia a deshoras. Rosando pecado por mis labios trataba de distraerme de esa situación, Pero la oscuridad venía por mí y el alma debía acompañarnos, no había otra opción. Inmóvil con las extremidades paralizadas, en lamentos desesperados veía el triste final del alma. Mi compañera de vida pagando por mis decisiones. La daga penetrante de la muerte me retenía sobre el suelo. Los labios entumecidos y la mirada centrada buscando sosiego en la oscuridad. El alma cortándose las venas al ser ignorado y no recibir consuelo. Enajenado, abordado por un ser ancestral, Sin anuncio posándose en mi vientre, suspiraba, murmurando en lenguas extrañas y con gesticulaciones saboreando mi cuerpo inerte. Fruto de mi inútil esfuerzo de inmortalidad es reflejado en un ser sediento de egoísmo e inmoralidad. Mas el alma amordazada resistiéndose al brutal arrebato de su libertad, resistencia en vano, pues el oscuro lo ha sometido en deshonra. Sufriendo se despide con una mirada penetrante, inmiscuyéndose en mi corazón, ya que él era mi contenido y yo su vasija. Tantas penurias sufrió a mi lado, nunca recibí odio ni desprecio, perdonándome me liberó de la oscuridad. A la tierra volví como bálsamo me recogió, mi vieja compañera dejándome como legado la libertad.

NUESTRA RESEÑA: PESADUMBRE, MELANCOLÍA, DOLOR Y SIN EMBARGO, VIDA.




Hay poesías que son universos, tan grandes y complejas como el conjunto de los planteas, y sin embargo, a veces tan pequeñas, tan sutiles, como un simple gesto o una mirada de complicidad. Lucas Ciriaco Cantero nos trae ambas realidades, una caricia que en sus manos se convierte en zarpa, un huracán de sentimientos, que nos revuelve por dentro y que al mismo tiempo, puede llegar a ser comedido, como la simple contemplación de las estrellas, un día cualquiera, tumbado en la arena de la playa. Y así, el autor nos ofrece una poesía libre, arriesgada, con garra, pasión y un estilo singular y propio, que nos emociona. De lo general a lo particular, nos reduce en esta obra, o al menos en el comienzo de la misma, a un abrazo inabarcable, el de la desdicha, la pesadumbre y la oscuridad de la llamada larga noche del alma y nos agranda, de igual forma, nuestra perspectiva, como seres mortales pero cognoscentes, a través de unas huellas, que al caminar, son una prueba inequívoca de nuestra asombrosa pero vulnerable existencia. Y por medio de esa conciencia omnisciente, nos hace reflexionar, invitándonos a las grandes preguntas, pero de una manera distinta, absolutamente personal e intransferible. Una fuente de sabiduría inagotable, con fuerza, una experiencia única de la que nadie debería sentirse indiferente. Un viaje existencial, mirando hacia dentro, que nos hace enormes, aunque seamos tan minúsculos o tan insignificantes como un suspiro. Un trozo de puro arte y literatura que merece la pena ser leído, y en este caso concreto, asimilado, como quién contempla por unos instantes, un trozo de cielo en mitad de la noche. Acérquense sin miedo a este microcosmos, no les decepcionará.









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