Camino descalza bajo el manto lunar, me abrazan las estrellas y aunque la noche es fría, un calor invade mi cuerpo, un calor agradable, todo mi ser suda, deseosa de una visita, esperando como cada noche, la llegada de ese hombre maravilloso que me poseerá, que querrá que sea suya para siempre.
Regreso a casa lentamente, mis pies tocan el césped como si pisara una fina alfombra, el viento acaricia mi rostro y juega con mi dorada cabellera, mis manos tocan las hojas de los árboles y así, jugando y bailando llego a la parte más oscura de aquel pueblo, las gotas de rocío sobre el camino empedrado parecen juegos de luces.
Allí, bajo la luz de aquella grande, blanca y rojiza luna llena, camina aquel caballero, cabellera negra y larga, traje oscuro, sombrero de copa alta, bastón, todo un hombre seductor, sus ojos penetrantes se clavan en mí y una sonrisa deja ver su blanca dentadura.
Huele a flores y mar, a mil perfumes y florecer del azar, recita poemas, canta canciones, su voz es un trineo de pajarillos, en sus ojos oscuros me miro más bella que en los espejos más encantados de los bosques.
Su brazo rodea mi delgada cintura y parece que vuelo en una alfombra mágica mientras me lleva a lo más profundo de la oscuridad, yo me atrevo y lo detengo con un beso ¡Oh aquellos labios son la más fina miel que pudieron hacer las abejas! la primer abeja reina del mundo estaría celosa de su sabor.
Al detenerlo, sus ojos me atemorizan, me intimidan, me excitan, le digo basta, no aquí, no por favor, vamos a mi casa, a mi cama, a jugar con mi ropa interior y a que pruebes mi sudor, a que detengas mi tiempo e inicies el tuyo, a que nos convirtamos en uno, a que desgarres mi piel y comas mis entrañas, a que pruebes cada rincón de mi cuerpo.
Esta vez la alfombra mágica fue más suave y más rápida, estábamos de pie sobre mi balcón, abro lentamente la ventana y entro, dejando caer mi ropa de dormir.
−¿Qué esperas para entrar?
−¡Solo tu invitación! − Me dice sin mover sus labios.
−Estas invitado a entrar esta y todas las noches que desees −le digo recostándome en la cama.
−No te preocupes vida mía − Me dice suavemente mientras lentamente da un paso hacia dentro ¬− solo necesito una noche para tomar tu alma.
Y así mientras me poseía, sus largos colmillos se clavaron en mi cuello, bebiendo hasta el último néctar, dando por aceptada mi invitación a un vampiro a casa.
una buena manera de contar el relato de las invitaciones vampíiricas, 8,5
Aunque la temática es poco original, hay una cierta esencia poética en el escrito que atrae y emociona. Mi voto es siete
Buen texto interesante y muy terrorífico pero tiene fallas gramaticales CD Le otorgo seis puntos
Me pareció bastante sensual y terrorífica al final. Encomio a su autor. Le otorgo 8 puntos.
Mi invitación a casa: relato tan breve como sugerente, muy bien pintado, rosando lo poético el terror se desplaza en la página. Mi calificación es un 9.