BUOGRAFÍA
Narrador y poeta desde fines de los '70. Me formé en narrativa con la escritora Liliana Fichter y el escritor Humberto Sobrado, en el taller del Club Atlético Vélez Sarsfield, orientado en poesía por las escritoras Alicia Grinbank y Rose Marie Guarino; realicé el taller de novela dirigido por Mario Goloboff en la Biblioteca Nacional de Argentina. Un libro de poemas ("Horizontes") publicado en 1984, un libro de cuentos, inédito. Hay además algunas cartillas ("Breversos") y plaquetas ("@Cuento") literarias. Coordiné talleres literarios por más de 15 años.
He allí un breve resumen de mi historial, recortad lo que os parezca intrascendente y si te apetece algún otro cuento (o poema) sólo habrá que solicitarlo.
OBRA: PINCELADAS
Desde que empecé a pintar, cuando era adolescente, probé casi todas las técnicas conocidas. Ninguna me satisfacía plenamente, y probaba una, y otra, y otra. La sensación de saciedad, o de plenitud debería decir con más propiedad, la alcancé recién después del fallecimiento de mi primera esposa. Emilia fue mi inspiradora y mi modelo durante cinco años. Cada una de mis pinceladas, cada milímetro de lienzo era un pedacito de ella hecho arte. Ya sé que tal vez no parezca modesto, pero no es mi intención parecerlo.
Siempre pensé que lo más importante, lo que le da a una obra ese toque de gracia divina o de magnificencia es el color. Una de mis mayores búsquedas estuvo centrada en conseguir colores que fueran originales; como lo hacían Miguel Ángel u otros genios de la pintura algunos siglos atrás, quienes preparaban sus propias tintas con diversas tierras y vegetales.
Había logrado la perfección que buscaba con casi todos los colores, a excepción del rojo. Color muy particular, ya que estamos casi en el límite de poder verlo o no; muchas veces es necesario oscurecerlo un poco para apreciar con mayor nitidez sus contrastes.
Tras la muerte de mi segunda mujer, podría decir que me estaba acercando a ese delicado límite entre lo humano y lo animal en la percepción de la belleza. Analía me brindó todo su apoyo en mi búsqueda hasta el día de su muerte.
El clímax lo alcancé hace dos años, cuando murió Amelia, mi tercera esposa. Al parecer los momentos culminantes en el proceso creativo estuvieron siempre relacionados con el dolor de la pérdida. Una pérdida que genera un hallazgo, es maravilloso.
Ofelia, mi pareja actual, no aceptó nunca posar como mi modelo; no obstante no hay alternativa. En mi mano izquierda tengo el pincel número cuatro, que es el que mejor se adapta para aplicar mi rojo; y en la otra mano tengo el estilete acanalado que hundí como un ritual en las nucas de mis anteriores esposas para lograr ese rojo sangre que tanto me apasiona.
RESEÑA:
PINCELADAS: UN RELATO SALVAJE Y AL MISMO TIEMPO, COMEDIDO.
Hay textos que no es que yo los destaque, sino que, muy al contrario, se destacan solos, por su originalidad, por su depurado uso del lenguaje, por su acertada estructura. Son muchas las condiciones que pueden hacer que un escrito brille con luz propia, (sí, a estas alturas he decidido obviar que a veces se comenten clichés que están metidos en nuestra cabeza) y sin duda, el que nos presenta Edgardo reúne todas. Porque se trata de un relato cosido con mimo, tejido de manera matemática, como un relojero del diecinueve ensartando la hora en punto antes de una fiesta irremplazable. Un documento que, además, cobra mayor intensidad consigo se va leyendo y que, como una tormenta, llega a su culmen con el estallido de un enorme rayo final. Rayo cegador, por otra parte…
El género de terror o misterio no es nada fácil y es por ello por lo que siempre he admirado a todas aquellas personas, que valiéndose de un gran ingenio, no cabe duda, son capaces de crear atmósferas, que para mí al menos, serían imposibles o muy difíciles. Por tanto, aún me maravilla y me sorprende más la magnificencia del escrito, un texto que nos retuerce y nos tambalea, que nos mueve algo dentro, esa chispa de la que antaño hablaban los presocráticos. Porque el principio puede ser también, quizás, el reencuentro, cara a cara y sin fisuras, con la imaginación más desbordante. Sin más y sin menos. Un espacio, el de la literatura y en sí humano, que se subraya en el cuento que, magistralmente, nos presenta Bruña.
Un texto, en definitiva, bien escrito, sin estridencias y sobre todo y como digo, bien pensado y absolutamente bien ejecutado. Un relato que nos retrotrae a tiempos pretéritos y que, sin embargo, nos hace mirarnos en el espejo de lo que seguimos siendo hoy en día. Pinceladas o retales de sueño, el de la literatura, que Edgardo nos regala con su obra. Un relato salvaje por su temática y al mismo tiempo y aunque parezca mentira, comedido, como un tesoro escondido en una caja de madera, sin estridencias, pero un tesoro al fin y al cabo.
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